Más allá del papel de Miguel Collantes

Miguel Collantes

 

Miguel Collantes no necesita presentación, su trayectoria y sobretodo sus obras artísticas hablan por sí mismas. No obstante, por méritos propios sí merece que hablemos de él y profundicemos en el pasado, presente y futuro de este peruano-yebenoso que podríamos definir como artista de las emociones.

Collantes reside desde hace más de veinte años en Los Yébenes, localidad situada en los Montes de Toledo y que ha visto crecer su arte durante todo este tiempo. Y precisamente de arte nos habla Miguel, quien afirma que el arte en ocasiones es una distorsión de la realidad” y que podemos apreciar en su obra “Memory” que actualmente está expuesta en la IV Bienal Internacional de Acuarela en Thessaloniki (Grecia). Una acuarela sobre papel en la que podemos apreciar la obra no necesariamente a través de sus ojos, si no a través de sus vivencias, algo así como una separación completa.

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Y es que Miguel Collantes se mueve por estímulos, parte siempre de una idea y la desarrolla conforme a sus emociones.

En “Memory” apreciamos un rostro griego, símbolo del pasado, símbolo de las memorias. “El hecho de poner la cabeza bocabajo incide directamente hacia una distorsión de la realidad, una deshumanización de las relaciones mediante agresivas siluetas y con un alto contraste”.

El artista emplea el arte como un cronista de su tiempo y además, complementa el 80% de sus obras con otros elementos. En el caso de “Memory”, ha escogido la canción del mismo nombre de Barbra Streisand para su presentación.

2019 se presenta también prometedor para Collantes, a partir del 10 de enero y durante todo febrero, expondrá en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano en Lima (de su querida Perú natal) dentro del 1er. Festival internacional de acuarela ICPNA- IWS PY. La obra elegida es “No llores que vas a ser feliz”, un lienzo sobre papel que habla a modo de suaves arañazos sobre la comercialización de los niños robados, la miseria humana en su máxima expresión.

Collantes nos habla de que la obra se divide en dos lecturas: “la parte blanca representa la pureza, la inocencia de la infancia a través de sus juguetes. Siempre idealizamos todo, pero la naturaleza es imperfecta. La escala oscura son unas manos superpuestas que significan la manipulación, el poder de las personas adultas. Son colores rotos, sucios del alma negativa más profunda”.

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Y casi de la casualidad surgió esta obra, desde atrás hacia delante, como su pintura, en la que el artista comenzó los primeros trazos desde detrás del papel y poco a poco mana hacia el frente. Se trata del significado propio del cuadro, una verdadera historia intrauterina de la que Gonzalo Rosell, gestor cultural del Ayuntamiento de Los Yébenes y Presidente de ARTEC ha dedicado las siguientes palabras:


A dios no le gustan las mayúsculas.

Manos  que dominan  el mundo,  manos que  frenan,  que hacen  ruido, manos que bendicen vanidades y monstruos, manos que esputan hostias, manos salvajes, obscenas y falsas, manos que roban. 

Caras que ríen, caras inocentes, soñadoras y fugaces, caras que hablan del miedo y temen el habla, caras terribles, acosadoras, falaces, ojos que matan, que guían, ojos que roban.

Cruces  que  manipulan  hierros  candentes,  látigos  sangrientos, cuerpos  desnudos.  Cruces  que  hieren,  muerden  profanan retuercen  estrangulan  burlan  enfurecen.  Cruces  de  fuego, amigas  enemigas,  cómplices  curativas  enfermas,  pollas  en forma de cruz, cruces vaginales, cruces que roban.

Inocencia  salvadora  del  mundo,  Dios  oculto,  Dios  silencioso, dios  humano,  manos  de  paz,  manos  que  cuidan,  manos que ven,  manos  luminosas,  manos  que  encuentran. 

Rostros de frente,  ojos  oceánicos,  mares  de  lágrimas,  agua  que cura.

Silencio.

 

Nada más se puede añadir.